Jorge Iván Ospina ¿gobierno alternativo y progresista?

Al alcalde de Cali, médico Jorge Iván Ospina, lo conozco hace mucho tiempo. En épocas del gobernador Gardeazábal fuimos compañeros de gabinete. Siempre ha sido una persona brillante, formada, y a quien le cabe Cali y lo que hay que hacer por ella en la cabeza.

El 27 de octubre de 2019 fue elegido por segunda vez alcalde con una votación importante. Acompañé ese proyecto político porque, aunque existía otro excelente candidato, la ciudad en su polarización peligraba de quedar en manos de alguien que en mi opinión no está capacitado para administrar nuestros destinos.

A él, como a los gobernantes del mundo entero, le ha tocado lidiar con el problema más crítico de nuestra generación: una pandemia, fenómeno que no tiene una fórmula única para enfrentarla, que no se sabe cómo hay que asumirla y mucho menos qué hay que hacer para superarla. Golpea lo más preciado del ser humano: la vida. Sacude a las familias causando tristeza y desolación; y como si no fuera suficiente sus impactos en la economía y en los bolsillos es devastadora. Colapsan los más robustos sistemas de salud, nuestros seres queridos mueren solos y no hay espacio para la compañía ni para los duelos colectivos. Tal vez el peor momento que nos haya tocado vivir.

La pandemia descolocó al alcalde. Ospina tenía grandes sueños para la sucursal del cielo.  Ya había adquirido experiencia en su primer mandato y parecía tener un proyecto claro.

Sin embargo, en este año y pocos días de su administración, hemos visto un alcalde que a pesar de que conecta muy bien con su electorado y que se expresa de una forma cercana a la gente, toma decisiones que desconciertan y lo más preocupante es que existe una brecha entre lo que dice y lo que hace. Su equipo de gobierno evidencia en muchos casos improvisación, poco conocimiento de los temas y de lo público, y priorizan asuntos que resultan irrelevantes destinando a estos asuntos recursos importantes, lo que despierta dudas y suspicacias: La ciudad pidió a gritos no realizar feria virtual y abortar el alumbrado móvil.

Frente al caos del covid-19, liderado por él y Miyerlandi Torres, secretaria de Salud del distrito tiene grandes realizaciones para mostrar. Ella es discreta y trabajadora. Hace la tarea. Y a pesar de la indisciplina social y de los picos que ha mostrado el virus sobre todo en estos primeros días del año, la pandemia se ha sorteado con solvencia y las medidas, muchas impopulares y difíciles de tomar, las ha asumido con valentía.

El alcalde cuenta con un respaldo casi total en el Concejo. Son dos o tres voces las que discrepan, increpan y señalan. Algunas como las de la concejal Diana Rojas sustentadas y proactivas. Otras aprovechan la coyuntura. La conformación de su gabinete responde a ese respaldo político y a los apoyos que lo llevaron a ganar las elecciones contundentemente.

Ospina hace parte de los gobernantes alternativos. Y sus coequiperos lo definen además como un gobierno progresista. El progresismo no tiene por qué estar vinculado exclusivamente a los partidos de izquierda. Un gobierno progresista se opone al despilfarro del dinero público. Lucha por la evolución de la sociedad como un todo; por la igualdad de oportunidades, por la libertad y la justicia.

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Alianzas políticas con milimétrico reparto burocrático, y la resistencia a transparentar cifras de la feria virtual y el alumbrado móvil, son incoherentes con un gobierno alternativo y progresista

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Las alianzas políticas del alcalde, hoy representadas en un milimétrico reparto burocrático, y la resistencia a transparentar las cifras de la feria virtual y del alumbrado móvil, sumado a un exceso de contratos interadministrativos, demuestran una clara incoherencia con lo que se espera de un gobierno alternativo y progresista.

Creer que las críticas ciudadanas no responden a una aspiración de fondo de la sociedad caleña y reducir el asunto a una supuesta acción premeditada por parte de sus contradictores políticos para deslegitimar su gobierno, es una postura infantil y enormemente irrespetuosa con quienes lo cuestionan.

Lo que queremos los caleños de la administración local son reformas y obras que hagan de esta ciudad un espacio incluyente y democrático, donde se impulse el progreso en materia social y económica respetando el pluralismo; un territorio que entienda nuestra diversidad como una oportunidad y donde los recursos públicos sean sagrados.

Ospina dice que no quiere ser el alcalde autoritario que toma decisiones como un emperador. Manifiesta que quiere ser el alcalde reflexivo. Para eso es necesario oír a sus contradictores, rodearse mejor, ser proclive a la crítica, trabajar en equipo y tener espacio para sus colaboradores. No cazar peleas a diestra y siniestra, tender puentes con todos los sectores sociales, muy especialmente con los empresarios, y rendir cuentas claras.

Apenas empieza su segundo año de los tres que le quedan como alcalde. Tiene tiempo para recomponer el camino.

 

Columna de Mariana  Garcés para Las 2 Orillas
Foto de Revista Semana

 

 

 

* Las opiniones expresadas en este espacio de deliberación, pertenecen a los columnistas y no reflejan la opinión ni el pensamiento de la organización Consorcio Ciudadano.

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