Movimientos en la Policía

Hay situaciones que inquietan a la ciudadanía, como la rotación continua de los oficiales operativos, donde el caso de Cali es emblemático.

La llegada del general Jorge Hernando Nieto a la dirección de la Policía Nacional fue motivo de optimismo con relación al futuro de esa institución. Se acababan de vivir escándalos vergonzoso como el de la llamada “comunidad del anillo”, y emergían síntomas inquietantes en materia de corrupción.

Nieto llegó rodeado de merecido reconocimiento como persona independiente al  haber tenido distancia de las confrontaciones que fracturaron el alto mando en los años previos. Contaba además, con una sólida formación académica gracias a sus estudios profesionales en los campos del derecho y la administración de empresas.

No obstante lo anterior, en la institución vienen presentándose situaciones que inquietan a la ciudadanía. Tal es lo que sucede con la rotación continua de los oficiales operativos. En diciembre del 2015 al darse a conocer un nuevo cambio de los comandantes regionales se dio como explicación “el ánimo de acompañar la gestión de los nuevos mandatarios locales y regionales”. Pero ahora, apenas pasado un año, se produce un revolcón que altera en forma notoria la organización de la institución.

Aunque es apenas uno de tantos, el caso de Cali es emblemático en estas materias. Al  general Nelson Ramírez, quien no ha completado el año como responsable de la policía metropolitana lo están trasladando  a la regional No. 3, que incluye los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda. El asunto de fondo es que si bien en la Sultana del Valle han disminuido levemente los homicidios, la percepción general de seguridad viene deteriorándose. En la ciudad se han hecho usuales los atracos a los vehículos que circulan por las calles y los asaltos a conjuntos residenciales y domicilios individuales son pan de cada día.

Frente a una circunstancia como esta la prudencia aconsejaría mantener la continuidad en las estrategias y en el mando. No arriesgarse a perder la experticia y los conocimientos ganados, sobre todo cuando los hampones actúan a largo plazo, acumulando conocimientos sobre el terreno y no cometen la imprudencia de andar cambiando caprichosamente sus cabecillas.

Ahora bien, el reemplazo del comandante de Cali no es el único en esa región. De manera simultánea. están trasladando al segundo de abordo, quien pasará al Norte de Santander. Adicionalmente será removido el jefe de la Policía Valle, funcionario al que  corresponde velar por la seguridad de Palmira, una ciudad que se cuenta entre las más violentas  del hemisferio.

Algunos opinan que el cambio constante de los comandantes es el antídoto para evitar su corrupción por parte del crimen organizado. Sin embargo tal argumento no puede aceptarse en una institución respetable, que debería contar con mecanismos de control interno suficientes para conjurar tal posibilidad..

Un problema adicional en la policía es el de la alineación entre los perfiles de los jefes y las necesidades del servicio. No es extraño que aparezcan comandantes intachables pero con formación y experiencia distintas a las exigidas por el contexto. Profesionales de logística o de sanidad termina de esta manera respondiendo por territorios donde los desafíos pasan por labores de inteligencia.

Es cierto que el actual estatuto legal de la Policía confiere amplia autonomía a la institución y dota al Director General de discrecionalidad para administrar el personal, decidiendo sobre sus movimientos y traslados. Pero la gestión en una institución de esa naturaleza debe estar guiada antes que nada por criterios de eficacia. Así las cosas solo razones de mucho fondo podrían justificar la “movedera” de oficiales, y los ciudadanos que con sus impuestos sostiene la institución tienen derecho a conocerlas.

Por otra parte, hay una dimensión olvidada de la actividad policial que es de carácter pedagógico y cobra especial actualidad cuando nos aproximamos a poner en vigencia el nuevo Código Nacional de Policía. Este es un instrumento que traza normas indispensables para regular la convivencia entre lo ciudadanos y proteger los intereses públicos.

La Policía Nacional tiene a su cargo la responsabilidad de primera línea en la aplicación del Código, el cual considera asuntos tales como  prevención y represión de riñas; regulación de la tenencia de animales domésticos; control de ruido en vecindarios y establecimientos; seguridad en espectáculos y eventos; manejo de residuos y basuras, y protección de bienes públicos y medios de transporte. Para evitar abusos la misma norma dispone que los procedimientos policivos referidos a estos temas tengan carácter abierto, no reservado, y puedan ser gravados o registrados por los ciudadanos.

Teniendo consciencia de que la sola norma no hace milagros, el legislador dispuso adelantar un programa educativo sobre el contenido del Código, lo cual implica la capacitación del personal policial en la nueva normativa. Lograr este propósito pedagógico es un desafío grande que debe afrontarse por el mando institucional a la mayor brevedad.

Ojalá el general Nieto, a quien debe reconocérsele compromiso y espíritu de servicio, atienda estas inquietudes que son compartidas por infinidad colombianos.

 

* Las opiniones expresadas en este espacio de deliberación, pertenecen a los columnistas y no reflejan la opinión ni el pensamiento de la organización Consorcio Ciudadano.

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