Dime con quien andas

De generación en generación padres y abuelos transmiten a su descendencia proverbios, frutos de la sabiduría popular de cuyo remoto origen dan cuenta antiguos textos literarios y religiosos. Si bien en el camino pueden extraviarse algunas máximas, no por ello dejan de ser certeras, tanto que de pronto se actualizan cuando los hechos las reclaman. Viene a la memoria en estos tiempos de política y confrontaciones uno muy apropiado cuando se requiere predecir la esencia de una persona: “Dime con quien andas y te diré quién eres”.

Una persona se conoce por sus actuaciones y alianzas con otros. Desde ahí puede ahondarse en su personalidad, más allá de los discursos y textos de su autoría que podrían quedarse en el papel. Quien se vale de sujetos que desdibujan los límites de lo ético o legal, resulta ser espejo de los mismos y representante del “todo vale”. Si tal su estrategia, el audaz líder político sabe también que esos personajes torticeros le servirán fielmente hasta que llegue el momento de cobrar sus servicios, de modo que recibirán dividendos a costa de la Nación.

Quienes no participamos en la política y no somos analistas de ella, tenemos eso sí claro que lo justo y la ética debe prevalecer en las contiendas electorales, cualquiera que sea la ideología. Por eso son repudiables las componendas y falacias con intención de raptar la integridad moral de un contendor político deformando su realidad, pues equivale a secuestrar la verdad y la libertad de los electores llevándolos así a  equívocos. Escuchar – en las propias voces del círculo de confianza y dirección de una campaña con su líder recostado en él – las tácticas para denigrar y engañar, entristece a quienes no justificamos el dicho de que la política es así, para simplemente pasar por alto el suceso. Sobre todo, desconcierta la promesa de cambio cuando están en su círculo los mismos politiqueros camaleónicos de marras en sus oscuras lides, además de otros que han desembarcado en el país para colonizarnos con sus supuestas dotes y experiencia tal, que da grima y miedo.

De ahí que acrezca la desconfianza de una inmensa mayoría acerca de la sinceridad del candidato. Más aún cuando alguien de su círculo claramente sugiere tomar una posición hoy y otra diferente cuando ya esté en el Gobierno, pues solo será un cambio de opinión. Fácil. Cuántas posiciones políticas convenientes hoy para alcanzar el triunfo, serán modificadas luego del mismo? Tampoco serán cumplidas las promesas que transitan por los caminos de la fantasía pura, utilizada para hacer soñar en obras o proyectos que la lógica o la realidad hacen realmente imposible. Muchas emociones y sueños se instalan en el corazón de sus seguidores que de buena fe lo apoyan.

Son señales para tener en cuenta antes de apostar el destino de un país por tales personajes. Es tiempo de escuchar a los mayores en sus sabios proverbios. Es tiempo de apreciar a quienes siendo políticos mantuvieron su dignidad y decencia sin acudir a bodegas. Personas de derecha, centro e izquierda hay que no sucumben a tentaciones como la de Fausto, que vendió su alma a Mefistófeles para alcanzar el poder y el dominio. Antes del pacto, en un momento de lucidez, Fausto le replica: “No, no; el diablo es egoísta, y no hace fácilmente por amor de Dios cosa alguna que sea provecho para otro. Expresa claro tus condiciones. Un servidor semejante trae peligro a la casa.” (p.52).

 

Goethe. Fausto. Editorial Océano de México, S.A.

Foto de Pixabay

* Las opiniones expresadas en este espacio de deliberación, pertenecen a los columnistas y no reflejan la opinión ni el pensamiento de la organización Consorcio Ciudadano.

Deja un Comentario