¡Qué difícil es escribir lo que sigue!
En Cali y el Valle estamos sitiados desde el 28 de abril, y no se ve luz al final del túnel. No es mi propósito elaborar sobre las causas, justas o no, de lo que ocurre. El hecho es que desde ese día asistimos cada vez más aterrados a la destrucción progresiva de todo el aparato productivo de nuestra región y de nuestra ciudad, a la destrucción de nuestros bienes públicos, empezando por nuestros íconos. Y esto no se detiene, y poco a poco esto se repite en toda Colombia.
El Comité del Paro está empeñado en dilatar cualquier solución negociada, y cada día pide algo nuevo, y reitera que el paro continúe con el criminal bloqueo que lo acompaña. No importan las consecuencias de tierra arrasada que esto trae, y que parece ser la meta deseada. La protesta lo justifica todo.
Protesta – bloqueo que hasta hoy ha primado sobre los derechos fundamentales a la vida, a la salud, al trabajo, en fin, a vivir dignamente.
¿Y quién sufre las consecuencias? El ciudadano del común que no puede trabajar, que pierde su empleo, y que no encontrará otro trabajo, que ya no tiene cómo transportarse, que ve como la carestía desbordada lo empobrece más y más. Que aterrado se pregunta: ¿Hasta cuándo?
Ese ciudadano busca desconcertado a alguien que le dé respuestas. Y fuera de su vecino y compañero de infortunio no encuentra a nadie: su alcalde y su gobernadora están ausentes, hablando de corredores humanitarios con quienes han violado sus derechos fundamentales y felicitándose porque en la marcha de la víspera no hubo violencia, en lugar de aplicar la Ley y terminar con los bloqueos delictuosos; no tiene tampoco a su arzobispo, porque él tomó partido renunciando a su rol natural de mediador. ¿Y los congresistas y concejales que eligió? La mayoría de ellos callados, pasando agachados, y mientras tanto cada día de paro – bloqueo que pasa, acerca más y más al estupefacto ciudadano a la miseria, que terminará por quitarle todo, hasta su dignidad.
Y un día cualquiera los bloqueos terminarán, y se le dirá que es tiempo de volver a empezar, y deberá partir de cero, y tampoco habrá quien le explique la verdad de lo ocurrido, mirándole de frente como sólo puede mirar el justo, que no le faltó, que no le abandonó.
Señores del Comité del Paro, gobernantes, congresistas y concejales, arzobispo, líderes y dirigentes del país y de la región, por favor sacúdanse, es tiempo de que esto termine, no abandonen a su suerte a los ciudadanos a quienes se deben. ¡Basta ya!
Foto cortesía de El Comercio Perú
* Las opiniones expresadas en este espacio de deliberación, pertenecen a los columnistas y no reflejan la opinión ni el pensamiento de la organización Consorcio Ciudadano.